Llegamos en ferry a Penang. Fuimos andando hasta Chinatown, el barrio mochilero en Penang.
La primera cosa de la que te das cuenta al caminar por Penang es que algo falla, y efectivamemte así es, no hay pasos de cebra y las aceras son intransitables porque a menudo hay un muro o hay tiendas o los restaurantes sacan directamente la cocina a la calle.
Penang es bastante caótica pero la gente es muy amable, comenzamos a ver más autóctonos aquí.
Aprovechamos para ir a la embajada de Indonesia a solicitar el preciado visado pero fue en balde, necesitamos tener los vuelos contratados antes que el visado.
Intentamos contratar unos vuelos para pasar la Navidad en Indonesia pero ¡imposible! Las compañías aereas saben muy bien que la gente viaja en Navidad y han subido los precios sin piedad. De momento es todo un dilema donde pasaremos la Navidad aunque la primera idea fue pasarlas en Filipinas, debido al desafortunado tifón hemos deshecho esta idea ( ya es la segunda vez que me quedo sin Filipinas y estoy triste pero ¡ya hay nuevo destino en mente! ).
En Penang, el guesthouse es bastante cutre y caro pero por fín volvemos a disfrutar de una ducha de agua caliente, desde Koh Tao no tomábamos una ducha de agua calentita... ¡ya era hora!
Visitamos Little India y los olores, los colores y la vidillas callejera me teletransportaron a mi querida India que tanto extraño y a la que pretendo volver en mi próximo viaje.
Hacemos vida en el animado barrio de Chinatown, probamos comida nueva, deliciosa. En Penang se come genial, es muy famosa por ello y fue una de las principales razones para visitar esta ciudad.
Pasamos 2 días en Penang. Un autobus nos llevará hasta la gran capital de Malasia, Kuala Lumpur.