Llegamos hasta Koh Tao al mediodía entre monzón y monzón. Un taxi nos llevó hasta nuestro "resort a todo lujo"... que la vendedora de Ban's en Koh Phangan, nos había prometido.
Nada más lejos de la realidad. El hotel en su parte principal es nuevo y se ve bastante confortable. Nuestra habitación está bastante más arriba en un edificio viejo. Lo que nos encontramos no tiene nada que ver con las fotos del catálogo, desde luego. La habitación en sí es una mierda y sin agua caliente. A todo confort, vaya que sí...
Típicas rocas que bordean Koh Tao |
Esa misma tarde comenzamos las clases del curso PADI de buceo. Ricky y yo lo hicimos por separado, él en inglés y yo en castellano. Para mí no hay aulas disponibles porque soy yo sóla así que me dan mi libro y un DVD portatil que después compruebo que no funciona... ¡empezamos bien!
El segundo día tenemos la inmersión en la piscina, todo genial y super rápido, en 2 horas o menos ya habíamos acabado todos los ejercicios bajo el agua.
El tercer día comenzamos con las 2 primeras inmersiones en el mar. Vamos salteando teoría y prácticas, montones de ejercicios, videos y el libro. La verdad que nuestra estancia en Koh Tao ha sido bastante extresante. La primera inmersión fue bastante bien, pude disfrutar viendo la vida marina, rayas enormes, peces de colores, corales... ¡fue genial! La segunda no fue tan bien... un oleaje tremendo que ni siquiera nos daba tregua para agarrar el cabo e ir descendiendo. Mi instructor, Berna, un argentino bastante majo pero con demasiadas prisas para mi ritmo. Me agobié y no pude terminar mis ejercicios en esta inmersión. Ricky llegó muy contento con sus inmersiones, cosa de la que me alegré mucho, por lo menos uno de los dos había podido disfrutar.
El último día iba predispuesta a agobiarme. Lo reconozco. El día estaba muy oscuro con tormentas y ahí abajo no se veía nada de nada. Mi instructor comenzó con sus prisas por bajar en tiempo record, no sé por qué hay que hacerlo tan rápido. Me agobié, me entró ansiedad, pánico, sólo deseaba salir del agua, el sonido de las burbujas me extresaba cada vez más. Es una situación de auténtica desesperación. Me quedé en el barco intentando pensar en otras cosas. Llegamos al lugar donde realizaríamos la segunda inmersión, entre las 2 íslas que salen en todos los catálogos de viaje pero que, a causa del monzón, nada tenía que ver con esas fotos paradisíacas.
En los catálogos |
La realidad (cuando hay monzón) |
Ricky consiguió su carnet de buceador open water y yo mi carnet de scuba diving, ni tan mal, me descontaron algo de pasta y necesito realizar mis dos últimas inmersiones en un año para conseguir mi open water.
Lo celebramos cenando en un restaurante indio con una comida exquisita, umm ¡buenísimo!
Al día siguiente partimos por la noche hacia la otra parte costera de Tailandia, nos esperaba un largo viaje que os contaré pronto... ¡Saludos hasta entonces!